viernes, 11 de noviembre de 2011

Ser honesto consigo mismo

      Ser honesto consigo mismo y con los demás, es aceptar que ha pesar de las fallas que se cometieron o se van a cometer, existe la disposición de cambiar para mejorar la conducta y el buen proceder que siempre debe estar con nosotros y en toda la sociedad

     Actuar correctamente siempre y tener la conciencia tranquila por algo que se ha hecho, son dos principios que deberían regir nuestra vida hasta el final de nuestros días. Es así como una familia debe propender porque sus labores siempre sean honestas y exigir así mismo a sus integrantes, para que sus obligaciones sean hechas con total rectitud y mucho esmero.

    Esta introducción nos sirve para desarrollar un tema de mucha importancia pero que desafortunadamente muchas familias no le prestan atención: los valores y principios. Hemos visto que en la mayoría de nuestra sociedad, la corrupción y la falta de moral se campean con total desfachatez, llegando incluso a condenar a un país a vivir un verdadero infierno.

     Por esta razón, la honestidad debe empezar por nosotros mismos y estar en todos los estamentos con los que tratamos a diario. En nuestro caso, las familias deben luchar porque exista siempre un clima armónico de rectitud y confianza en lo que se hace y que esto se vea reflejado en las actitudes y actividades que realicen sus familiares, para el bien propio y el de todas los sitios en donde algún miembro de esa familia encuentre.

     Si una familia unida lucha porque se desarrollen siempre actividades correctas, lo más probable es que todos y cada uno de sus miembros se sientan comprometidos con ella y tengan un alto grado de lealtad que se verá reflejado en mejores y mayores acciones y por consiguiente, en la consecución de todas las metas propuestas.

      Además, si los principios de una parte concuerdan con los de la otra, se originará un clima de autonomía al sentirse que no se están implantando reglas absurdas y se está haciendo lo que se considera es correcto. Con esto se construye un ambiente de convivencia apto para continuar desarrollando de la mejor manera todas las actividades necesarias para el buen funcionamiento y crecimiento de la familia.

      Al existir total comunión entre las normas personales y las de la familia, se vigilará que estas no sean rotas y serán de fácil adaptación, ya que los principios de rectitud y buen trato son los mismos tanto para el miembro de la familia como para los vecinos y amistades, y se buscará no quebrar las reglas ya que se estarían violando las mismas del propio infractor.

      Familias y miembros todos  de una familia. Los dos deben comprometerse a siempre dar lo mejor de ellos mismos y tratar de cometer la menor cantidad de errores.

Por tal razón, si se quiere estricto cumplimiento de la disciplina, el ejemplo debe comenzar por los mayores quienes deben respetar siempre las normas. Y no sólo de labios para afuera, sino identificándose con las decisiones adoptadas y no aceptarlas porque sí, sino con pleno convencimiento de que lo hecho corresponde al propio comportamiento.

      Ser honesto consigo mismos es aceptar los errores que se hayan cometido y cambiar las actitudes que no nos permitieron actuar bien. Es ser responsables siempre ante los actos que se hayan hecho y obrar siempre bajo los parámetros y normas aceptadas con anterioridad, recordando que el quebrantamiento de una regla traerá consecuencias negativas para toda la familia.

      Tanto la familia como cualquier miembro de esta, deben cuidar que exista respeto mutuo y claro está, honestidad mutua. No deben existir engaños entre ambas partes y las dos deben velar porque la concordia y el buen ambiente siempre reinen dentro del hogar y fuera de este. Que la familia sienta que necesita de todos  sus miembros y éste aumente su sentido de pertenencia hacia ella.

Conocer al miembro e identificar las posibles fallas que éste pueda presentar, son funciones que deben cumplir a cabalidad los padres o mayores. Exigir sin conocer las condiciones y capacidades o sin conocer muy bien a todos y cada uno de sus miembros por igual, es un error que no debe ser cometido en una familia. Ser "amigos" de los hijos es ganar su confianza, saber qué piensan y cómo sus padres puede ayudarles y éstos a ellos.

Consejo

      Manejar y tratarse correctamente todos los miembros de una familia,  es necesario para obtener de todos y cada uno de ellos, entrega y compromiso. Actuar siempre con rectitud y bajo normas tanto ética como moralmente aceptadas, son pasos que debemos acatar siempre y buscar que en la familia donde habitemos también se sigan al pie de la letra para buen desenvolvimiento mejor de las conductas.